En Ventana sobre la utopía, el escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015) escribió: “Ella está en el horizonte —dice Fernando Birri—. Me acerco a los escalones, ella se aleja de los escalones. Pasos más allá. caminas, nunca lo alcanzarás ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar«. Si hay un consenso entre los líderes de las instituciones docentes y educativas latinoamericanas, está relacionado con la integración regional, el destino soñado por todos, para el cual, sin embargo, aún no se ha encontrado el camino preciso, en medio de la muchos caminos que recorren los más de 20 millones de kilómetros cuadrados que componen la región.
Los cuellos de botella son muchos y van desde la inestabilidad política recurrente en la región hasta sus particularidades socioeconómicas. “Hay ciertas perogrulladas que amenazan nuestra integración, y tienen que ver con que estamos, lamentablemente, viviendo en la región más desigual del mundo”, contextualiza el rector Víctor Moriñigo, de la Universidad Nacional Mayor de San Luis (UNSL) , de la Argentina. “Son los más desiguales, pero no los más pobres”, dice, lo que, a su juicio, sólo complica el problema, pues pone en juego los impasses relacionados con la circulación y retención de los recursos financieros. “Además, América Latina tiende a atacar sus propias democracias. Generalmente, tendemos a volver a un pasado olvidado”, lamenta.
Las observaciones de Moriñigo fueron hechas en la tarde de este lunes 5, en la UFMG, durante la tercera jornada del seminario Universidad – sociedad – Estado: Hacia CRES+5: Desarrollo social, integración regional y el papel de las universidades, promovido por la Asociación de Universidades de la Grupo de Montevideo (AUGM), en el marco del LXXXIII Consejo de Rectores y Rectoras de la Asociación de Universidades Grupo Montevideo (AUGM). En el panel se discutieron salidas a los cuellos de botella de la integración regional. El seminario es el primero de una serie de eventos que se realizarán en preparación de la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES+5), que se realizará del 13 al 15 de marzo de 2024, en Brasilia, bajo la organización del Ministerio de Educación (MEC) y el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Iesalc), con sede en Caracas, Venezuela.
‘Querer pertenecer’
A pesar de la dimensión de estas dificultades, que en rigor se fueron acumulando en las cinco comunicaciones realizadas en la mesa, el evento no se limitó a su diagnóstico: se consideraron algunas soluciones. Moriñigo, en particular, destacó la necesidad de formalizar la intención de esta integración como un primer paso. “Para tener una integración regional, tenemos que caminar bajo un mismo lema, una misma idea, un mismo objetivo, que termine por unirnos. Tenemos que querer pertenecer”, dijo, sugiriendo que la institucionalización comienza con la concepción de un nombre. “¿No deberíamos unirnos en primera persona, en el sentido de poner nombre a este proceso que estamos viviendo, del que somos protagonistas y artífices?”, provocó.
Aún según Moriñigo, la coyuntura política hace propicio el momento para este avance hacia la integración regional en el ámbito educativo. “Creo que estamos en un momento de muchas oportunidades”, introdujo. “Hay una locomotora que lleva el tren [latinoamericano] a un mejor destino, y esa locomotora, sin duda, es Brasil, que a través de este gobierno de Lula hizo una invitación muy importante desde el punto de vista geopolítico, incluyendo la tema de la movilidad y la integración”, dijo el rector argentino, en referencia a las declaraciones del presidente de Brasil durante la última cumbre de mandatarios sudamericanos, realizada a finales de mayo en el Palacio de Itamaraty.
Más allá de la mera movilidad
El rector de la Universidad de la República (Udelar), en Uruguay, Rodrigo Arim inició su intervención ponderando aspectos que, a su juicio, redundan en la vulgarización de la discusión sobre la internacionalización de las universidades latinoamericanas. “Parte de la banalización de la discusión sobre la internacionalización tiene que ver con la lógica de medir cuánta movilidad hacemos. Los programas de movilidad sin plataforma, en los que se complementan las ofertas académicas y se construye un espacio de crecimiento conjunto, son ciertamente útiles, pero no nos hacen avanzar en clave de integración”, dijo. “La integración no es solo un problema de movilidad: la movilidad es un instrumento para construir plataformas conjuntas de investigación y formación”, añadió.
El objetivo, por tanto, no sería hacer circular, en la lógica sur-sur, un número determinado de estudiantes equiparable a lo que ocurre, por ejemplo, en la Unión Europea, sino promover, de hecho, una amplia y plural plataforma de flujo. y la cooperación, de la que la movilidad sería sólo una de las acciones. “Nuestra posibilidad de avanzar”, dijo Arim, “depende mucho de la construcción de redes colaborativas”, argumento que, en distintas claves, fue reiterado por la práctica totalidad de los asistentes a la mesa. También ponderó la necesidad de mirar las especificidades latinoamericanas, línea argumental que también fue abordada por otros ponentes. “No es necesario reproducir esquemas e infraestructura idénticos [a los de ellos] en nuestros países”, afirmó.
“Es necesario reconocer: es difícil pensar en una estrategia regional clara con inflación alta y persistente”, señaló, en la Unión Europea, pero en realidad promoviendo una plataforma amplia y plural de flujo y cooperación, de la cual la movilidad sería sólo una de las acciones. “Nuestra posibilidad de avanzar”, dijo Arim, “depende mucho de la construcción de redes colaborativas”, argumento que, en distintas claves, fue reiterado por la práctica totalidad de los asistentes a la mesa. También ponderó la necesidad de mirar las especificidades latinoamericanas, línea argumental que también fue abordada por otros ponentes. “No es necesario reproducir esquemas e infraestructura idénticos [a los de ellos] en nuestros países”, afirmó. “Es necesario reconocer: es difícil pensar en una estrategia regional clara con una inflación alta y persistente”, señaló.
El objetivo, por tanto, no sería hacer circular, en la lógica sur-sur, un número determinado de estudiantes equiparable a lo que ocurre, por ejemplo, en la Unión Europea, sino promover, de hecho, una amplia y plural plataforma de flujo. y la cooperación, de la que la movilidad sería sólo una de las acciones. “Nuestra posibilidad de avanzar”, dijo Arim, “depende mucho de la construcción de redes colaborativas”, argumento que, en distintas claves, fue reiterado por la práctica totalidad de los asistentes a la mesa. También ponderó la necesidad de mirar las especificidades latinoamericanas, línea argumental que también fue abordada por otros ponentes.
“No es necesario reproducir esquemas e infraestructura idénticos [a los de ellos] en nuestros países”, afirmó. “Es necesario reconocer: es difícil pensar en una estrategia regional clara con inflación alta y persistente”, señaló, en la Unión Europea, pero en realidad promoviendo una plataforma amplia y plural de flujo y cooperación, de la cual la movilidad sería sólo una de las acciones. “Nuestra posibilidad de avanzar”, dijo Arim, “depende mucho de la construcción de redes colaborativas”, argumento que, en distintas claves, fue reiterado por la práctica totalidad de los asistentes a la mesa. También ponderó la necesidad de mirar las especificidades latinoamericanas, línea argumental que también fue abordada por otros ponentes. “No es necesario reproducir esquemas e infraestructura idénticos [a los de ellos] en nuestros países”, afirmó. “Es necesario reconocer: es difícil pensar en una estrategia regional clara con una inflación alta y persistente”, señaló.
Además de universidades
La forma de solucionar el último de los problemas planteados por Arim terminó siendo, de manera colateral, sugerida por Zully Vera, rectora de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), en Paraguay. En su discurso, en el que reiteró la noción de que la integración es mucho más que la mera movilidad académica, resaltó la necesidad de que los gobiernos de nuestros países se involucren en la causa de la integración regional, para trabajar también –por ejemplo, en sus recursos financieros de las políticas – para que pueda materializarse. “El modelo que necesitamos seguir fortaleciendo en la AUGM debe tocar no solo aspectos de nuestro talento humano, que son nuestros profesores, nuestros investigadores, el personal que tenemos en nuestras universidades: también es necesario que nuestros ministerios de educación participen más activamente de este proceso”, dijo.
“La reflexión más importante que podemos hacer es que la integración regional beneficiará no solo a nuestras universidades, sino a nuestros países en su conjunto”, resaltó. “Así que necesitamos cooperar para lograr eso”. Luego, Zully Vera presentó el plan estratégico de la UNA para el ciclo 2021-2025, en los aspectos que atañen específicamente a la internacionalización.
Crisis, crisis
En un momento dado, las comunicaciones abordaron la dificultad de mapear los puntos comunes que unen a las universidades latinoamericanas, dadas las disparidades existentes entre ellas y sus circunstancias internas. En su discurso, la estudiante e investigadora Amanda Caroline Harumy Oliveira, de la Organización Continental Latinoamericana y del Caribe de Estudiantes (Oclae), encontró una respuesta, aunque igualmente desalentadora: “Sí tenemos algo en común: una crisis”, dijo, subdividiéndola en tres vértices: la mercantilización de la educación, el negacionismo científico y la movilización de los avances científicos –que derivó, por ejemplo, en la posibilidad de impartir clases virtuales– con propósitos dudosos.
“Necesitamos entender, por ejemplo, a quién le interesa vaciar nuestras universidades, a quién le interesa que no haya más asambleas estudiantiles. Bueno, necesito asambleas para poder movilizar a los estudiantes. Pero, ¿dónde están los alumnos si las clases son virtuales? Los espacios públicos de las universidades son muy importantes”, resaltó, agregando este desafío a la lista de los que ya venían enumerando: el desafío de establecer una integración que no sea rehén de la virtualidad, bajo el riesgo de que esta estructura colabore para la desmovilización. de la clase y el alcance transformador de la educación.
“Cuando hablo de mercantilización de la educación, no hablo de la participación de las universidades privadas en la educación: hablo de situaciones en las que el estudiante deja de ser un sujeto a transformar para ser tomado como un mero consumidor; Hablo de cuando la educación se convierte en un producto con el mero fin de lucro. Esta es la mercantilización que está avanzando masivamente en Estados Unidos”, advirtió. “Y el tercer punto es el negacionismo científico, tan propagado por la extrema derecha. Esto nos afecta a todos en las universidades. Así que tenemos que entender dónde estamos fallando. No logramos comunicarnos con la sociedad”, consintió.
Camino, caminos
El profesor Rui Oppermann, director de Relaciones Internacionales de la Coordinación para el Perfeccionamiento del Personal de Educación Superior (Capes), introdujo su comunicación –que, en rigor, era la primera de cinco– con una pregunta central: “¿Por qué es tan difícil promover una mayor integración regional en América Latina y el Caribe?” Luego contextualizó con ejemplos prácticos: “Es más fácil enviar un estudiante de Brasil a Escandinavia que a Argentina. Es más fácil interactuar con un grupo de investigación francés que con uno colombiano o chileno. Es más fácil tener el reconocimiento de un título obtenido en Italia que el que obtuve en la Udelar.”
Ewerton Martins Ribeiro / Texto /UFMG
Foca Lisboa / Fotos / UFMG